jueves, 21 de mayo de 2009

MANIPULACIÓN MEDIÁTICA EN VENEZUELA.

Manipulación, tergiversación y otras cosas.

Por Manuel da Roura.
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En la noche del día 13 de este mes, durante el programa televisivo “Dando y dando”, el viceministro de comunicaciones Mauricio Rodríguez hizo el siguiente comentario: “Noam Chomsky dijo que si los medios de comunicación norteamericanos hubieran estado involucrados en un golpe para derrocar al gobierno de su país, a estas horas habría alguna persona ejecutada. En cambio, en Venezuela, los mismos que intentaron tumbar al presidente Chávez el 11 de abril de 2002 siguen por ahí, tan campantes, empeñados en sacarlo del poder a como dé lugar”.

No estoy seguro de que el párrafo anterior se ajuste literalmente a lo dicho por Rodríguez, pero, en esencia, esto fue lo declarado. Chomsky dijo, no sé cuándo ni dónde, que, en los Estados Unidos, si alguien tuviera la ocurrencia de hacer lo que aquí hicieron y siguen haciendo los medios de comunicación, Fedecamaras, las oligarquías y la Derecha en general, lo menos que podría esperar de las autoridades yanquis sería la muerte monda y lironda; llámese ahorcamiento, inyección letal, silla eléctrica, cámara de gas o fusilamiento. De eso no tenemos la mas mínima duda. En tal sentido, los Estados Unidos no aceptan sentimentalismos: Individuo que las clases dominantes consideren un peligro para su estatus, es hombre muerto.

El joven viceministro, buscando explicar las diferencias que claramente se dan entre la manera de gobernar paciente y permisiva de Chavez con cualquier otro gobierno como el que aquí intentó imponerse en abril del año 2002, trae a colación las públicas declaraciones que al respecto hizo Noam Chomsky.

Momentos después de la entrevista a Mauricio Rodríguez, sale a la palestra por Globovisión el inimitable y nunca bien ponderado señor Leopoldo Castillo, astro rutilante en el cielo informativo de la oposición. En realidad, no podía ser otro. Castillo es un experto en el difícil arte de la polémica política, social o lo que sea. Castillo es un fenómeno. Hizo colocar tres o cuatro veces el video que sus asistentes habían grabado, pero en la explicación consiguiente no nombra ni alude en lo absoluto al verdadero autor: “Estados Unidos, en estos casos, los hubiera condenado a la pena de muerte”, sino que, indignadísimo, acusó al viceministro Rodríguez de proferir amenazas de muerte contra los dueños de los medios. Agregando que detrás del funcionario estaba el presidente Chávez.

El comentario del lingüista norteamericano Chomsky se convierte, por arte y mañas de un sinvergüenza, en un espurio llamado el asesinato de los dueños de los medios. Ya Castillo habló. Ya toda esa mierda está saliendo en todos los periódicos y en todas las televisoras del mundo, convertida en otra acusación más contra Chávez. Así se escribe la Historia. No tardarán la SIP y afines en lanzar su grito de alarma y tampoco tardarán en cacarear todos y cada uno de los profesionales y expertos en vivir sabroso a cuenta de unos “derechos humanos” que nadie sabe a ciencia cierta para qué sirven y a quiénes sirven. Aunque ya se está generalizando la convicción de que los derechos humanos vienen a ser el medio para que los menos dominen y tiranicen a los más.

Alargando un poco más el tema, me gustaría focalizar mi atención en el inefable Leopoldo Castillo, alias Matacuras. En mi opinión y mirando las cosas de manera fría, e independientemente del daño que hace, a este individuo no podemos menospreciarlo. Castillo de tonto no tiene un pelo y, como diría el Chapulín, todos sus movimientos están fríamente calculados. A veces, como el caso que venimos comentando, por apresuramiento, se equivoca, pifia. De todos modos, ¡miente, que algo queda!, ¿verdad Castillo?. Ya “Últimas Noticias” del día 15, por medio de una tal Blanca González tomó el relevo. Uno también se acostumbra a leer sandeces.

Leopoldo Castillo es un actor nato, difícilmente igualado y menos superado por actores que actualmente vemos en telenovelas. Los gestos de indignación, de repugnancia o de sorpresa, por decir algunos, en su redondo rostro de gato bien alimentado, son todo un poema. La displicencia, repugnancia y hasta candidez hacen del Matacuras un auténtico artista de la comunicación. Su cara pasa con asombrosa facilidad del estupor a la compasión y a la bonachonería, ¡se las sabe todas!

El hecho real es que Castillo, como comunicador, como actor o como mimo, hace daño al país. La vergüenza, si alguna vez la tuvo, huyó avergonzada. Leopoldo Castillo, y esto no es alabanza sino asco, hoy por hoy, ocupa el primer lugar en el tenebroso mundo de la comunicación mediática oral, que es como decir la oposición real. Oposición que hiere, lastima y corroe.

Personalmente, considero a este individuo extremadamente peligroso para la buena marcha de la vida democrática en este país. Bien lo saben los Zuluoga y Mezerhane que, sin el Matacuras, su empresa mediática se vendría abajo. De ahí lo extenso y duradero del programa.

Si lo comparamos con otros comunicadores del mismo canal y de otros canales opositores, Castillo es un gigante: Díganme ustedes el tal Kico, dando griticos histéricos como niñito mimado sorprendido en una travesura. La Nitu, con su carita alargada y puntiaguda, autopreguntándose y autorrespondiéndose y sin que el entrevistado tenga oportunidad alguna de meter baza. Veamos al Ravell calentón, engreído y envenado, con la soberbia a flor de piel y el odio precariamente contenido. Al lado de estos y otros más, el Matacuras es un genio.

¿Genio malévolo?, ¡pues claro que sí! Pero, repito, aquí, en Venezuela, no hay quien pueda mojarle la oreja en el oficio. Esto lo saben muy bien los promotores de la subversión y no lo sacan de ahí ¡ni de vaina!

El discernimiento entre la verdad y la mentira de que habla Díaz Rangel se está tratando y analizando en todo momento y salen a la luz las dos opiniones; pero, al día siguiente y al otro y un año después, la mentira, desmontada mil veces, sigue ahí tan campante. El Matacuras, los matacuritas y los opinadores profesionales están ahí resucitándola, resembrándola e imponiéndola. La Constitución, que tanto combatió la oposición, tiene ahora sus más consecuentes defensores y sus más fervorosas sacerdotisas en una clase social acomodaticia y deshumanizada. Esta gente, a decir verdad, ni siquiera conoce su Carta Magna y, sin embargo, la usan en todo momento para enfrentarla a cualquier posición o propuesta del Gobierno, sea cual sea: Si el gobierno dice “sí”, ellos invariablemente dirán “no”; porque el artículo tal les da la razón. Si las instituciones del Estado aprueban o niegan alguna cosa, ahí estará Ismael reventándose los pulmones en el Congreso o en su tan deseado programa de Globovisión; porque, la verdad, el hombre necesita comer y para comer, si hay que gritar, se grita.

Cualquier cosa sirve para armar barullo y si no se encuentra algo medianamente creíble en el momento adecuado, se echa mano del pasado, rico en acontecimientos exprimibles: Tengo entendido que para esta oposición, en el 11 de abril, no hubo golpe de Estado y que los muertos de Puente Llaguno fueron todos de oposición. Zuluoga dixit.

Vistas estas cuestiones, que yo torpemente intento recubrir con banalidades, pero que son serias y peligrosas para la buena marcha del proceso revolucionario, creo que algo habrá que hacer. El chavismo no está manco y, si lo está o se siente manco, póngase una mano de hierro y úsela. ¿Quién ha visto que un gigante se deje golpear por enanos?

1 comentario:

PiensoLuegoPiensoLuegoExisto dijo...

El gobierno de Chávez es indefendible desde cualquier punto de vista.

Alguien que se llena la boca con el 'anticapitalismo imperialista' y aloja las página oficiales de Venezuela en EEUU, no merece el menor respeto.

Pero bueno, es discurso de izquierda. Nunca han dado un argumento válido (o lógico siquiera) para nada. Y la historia se ha encargado de demostrarlo.

Saludos
PLPLE