lunes, 22 de noviembre de 2010

Blanca Ibáñez a Teodoro Petkoff









Señor.-


Teodoro Petkoff
Director del diario Tal Cual
Señor Petkoff:
Leo su artículo, aparecido en esta fecha en el diario bajo su dirección y reproducido por otros medios de comunicación, en el cual usted me alude de manera irrespetuosa, sibilina, mentirosa y cobarde. Digo irrespetuosa porque no se trata sólo de exponerme al desprecio público al comparar mi paso por la administración pública con la gestión de miembros de nuestra institución armada inequívocamente vinculados al narcotráfico y a la degradación moral y política. Personajes que de manera abierta y desafiante han advertido que el sistema de gobierno actual es un sistema político rehén de miembros de esas fuerzas armadas que desconocerían a cualquier otra persona que pudiera ser electa por voluntad popular distinta a Chávez Frías.
Digo sibilina porque su propia actuación pública a si lo ha puesto de manifiesto al usufructuar una pretendida posición de opositor y demócrata cuando no escapa al lector acucioso las innumerables veces que abogo por respaldar y reconocer la bondad de muchas de las medidas dictadas por el actual régimen. Pero por encima de todo, usted es un experto en crear situaciones caóticas para aprovechar un minuto más de aliento en su moribunda carrera política.
Señor Petkoff Usted miente al decirle al país que el ascenso del general Rangel Silva “es sólo comparable a algunos honores militares que recibió la Sra. Blanca Ibáñez”. Entiendo que, en su caso, ésta afirmación no es más que un recurso retórico mal empleado. Yo lo desafío a que responsablemente señale el sitio, la hora y el nombre de los oficiales que, según usted, me rindieron honores. Usted, que sólo tiene el mérito actual de ser un fabulador político, fue de los primeros en atentar contra el régimen democrático que desdeñosamente pasó a llamarse de la Cuarta República y que no sólo le dió el indulto por sus innumerables tropelías, sino que lo hizo parlamentario, candidato presidencial y ministro de Estado.
Hoy Usted les hace el juego de manera perversa a los enemigos de la democracia o, mejor dicho, a los enemigos de la Cuarta República. Y lo hace, no sólo ahora conmigo sino en muchos otros casos, cuando, deliberadamente, confunde a las nuevas generaciones equiparando este sistema actual con aquel, que con su carga de errores, entre los cuales sin duda están los míos, existía la posibilidad, tal como inútilmente usted lo intentó, de ser un libre aspirante a la primera magistratura.
Usted, cobardemente utiliza ese medio de comunicación que no existiría si no existiera el chavismo, que es su infecto alimento, para hacer reprochables comparaciones que satisfacen y alegran a quien Usted sólo en apariencia dice oponerse.
Señor Petkoff, se que estamos en posiciones distintas. Usted no es, como tantos exiliados venezolanos, un enemigo de este régimen. Usted, con su meliflua actuación pública no es sino un escritor de ocasión que hace afirmaciones sin respeto alguno para con sus lectores; lectores que son muchos pues no sólo están en la oposición venezolana sino también, mayoritariamente, en las filas del gobierno que se solazan con sus pretendidas diatribas y sus inconsistentes argumentos críticos.
Señor Petkoff, a personas de mi mayor respeto les he entregado el borrador de esta carta; he aceptado sus observaciones de sintáxis pero me he negado a excluir ninguna de las afirmaciones que he hecho. Por ello, esta carta no ha sido escrita en estado de natural indignación, al contrario, la escribo con la tristeza de saber su evidente colaboracionismo. El mismo que intentó con el Primer Magistrado Chávez Frías y que, según la propia confesión de éste, rechazó en la cárcel de Yare donde usted lo visitara.
Usted sabe que es su obligación ética hacer publicar esta carta.
Atentamente,
Blanca Ibáñez
San José de Costa Rica, a los quince días del mes de noviembre del año 2010.

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